martes, 20 de octubre de 2009

Pierdes en tus manos un cadáver de arboleda
-Tu hacha debió pasear sus sombras por la nieve-
Quemándolas en su rostro
Como una corteza aferrada a tu herida,
Como un álamo despojado en el valor
Y el afán que resplandece
De muerte al viento sin espejos
por cenizas

Pero tus ojos amenazados retroceden
los gritos que cubren el horror
Mientras, nace tu paso garboso
En la frontera como el signo que te clama
-De salvaciones y de héroes-

Pero tu
Estás Heredado por las olas y los bosques
/entre sus bestias,
una enfermedad de piedra y aves
Mienten lo que te prometió el último horizonte.

En los cansancios de blancas nubes asesinas
En el cielo de estatuas irritadas
De tu sudor, por la pasarela interrumpida de guerra
De otra carne, de otros nombres
Que te vigilan en perdón
Un castigo de figura en el mar
Figuras que arrastran toda orilla
Hacia tu recogimiento por los territorios
Del Acantilado.

Nada
Te interrumpe
En la boca de sus viejos muelles.

Nada
Te interrumpe
En el vigor de los detectives mojados.

No hay comentarios: